sábado, 20 de agosto de 2011

Carta de V a H, 20 de agosto


Si Lucas no se ha visto, será porque le pesa o porque el horror de mostrarse lo han llevado a desaparecer. ¡Cómo cambia la vida, cuando uno rebusca entre los escritos de ese viejo cajón y no aparece! ¿Será demasiado tarde, tal vez, para cuando digamos se ha ido para siempre? Mientras tanto, seguimos viviendo igual casi automáticamente y decís que la carta no la escribió él. Tal vez en estos días su mano haya caído para siempre a los pies de alguien que escribe por él.
No te preocupes, sé que una mujer está con él una “antifiesta” , esas que ni rojo,  ni verde, ni dorado, una darkie. ¿Diremos Réquiem? Solo, al lado de cada hombre están los componentes.
Abro la carta, dejo de escribir, insisto en la birome y busco otra, ahora tiene que elegir: dinero o placer.
Yo sé que siempre vamos a acordarnos del lugar exacto: la librería. Recordaremos que era domingo, no es que esto vaya a cambiarnos la vida, no, pero se recibe una llamada y alguien dice al otro lado que ha muerto y es una puta mentira y estaba saliendo de casa y entrando algunas cosas que daban vueltas por ahí.
¿Y vos dónde estabas?  No se despidió como debería haberlo hecho, con brindis, estando del mejor humor, su gesto fue antiheroico.
Y en esta fila dan esta única película.

Dame señales, V

Pd: No sé que decir de la sangre, es casi, ligeramente disfuncional.

miércoles, 13 de julio de 2011

Carta de urgencia de H a V. 15 de agosto de 2011

Querida V:

De pronto los acontecimientos se han precipitado. Perdona que escriba tan rápido. Pero no sé qué pasaría si me detuviera a pensar, si tuviera un segundo para pensar lo que ha pasado.

De pronto llegó una carta de Lucas, al fin, una carta sobre Lucas. No me pregunté por qué, Lucas casi nunca escribe y cuando escribe o es porque no pasa absolutamente nada o porque pasa lo peor. Sin embargo él nunca llama pan al pan, por decirlo de forma llana, da vueltas, dice por ejemplo que hace un día nublado, que están pasando las semanas en una atmósfera de hierro, digo, por ejemplo, y una ya tiene que saber que lo que quiere decir es otra cosa, la puta, con las metáforas, que con Lucas lo enredan todo. Te he dicho que había escrito Lucas pero en realidad no ha sido Lucas, sino que alguien ha escrito la nota sobre Lucas, ya no sé si por Lucas. Un mes sin saberse nada de él, no ha pasado por el piso que tenía alquilado junto a otros dos compañeros, no se ha llevado sus cosas, hay sangre seca sobre la mesa de la cocina, todo está revuelto, Lucas no contesta. Nadie ya pregunta por Lucas.

Un grito de H.

domingo, 12 de junio de 2011

Interferencias entre Lucas, H y V.

Lloro cuando nos marchamos como dos desconocidos. (Sólo querés escribirme desde lejos y a veces dejo que las cartas se agolpen en el buzón). Otra vez ha pasado: estoy viva con todas las letras. Salir del lodo, vestir santos, no quedé muy herida después de las desapariciones temporarias de Lucas y de los sinsabores que H tiene por llevar y traer como el hombre de los lobos por la inmensidad del polo.
Autosuficiente hasta para el anclaje y ¡qué difícil es escaparle al estereotipo de la melancolía!
Los fantasmas dejan de crecer, ya compran su tabaco por su cuenta y se escabullen inevitablemente ante mi moción de luto.
Tengo la llave en mis manos, nada me impide ser V sola o V con compañía. Él sabe que necesita cambiar. Lo puedo imaginar susurrando apenas una canción por la mañana mientras se desayuna de pie y sigue mirando las fotos en donde todavía cae sobre mí con total languidez.

miércoles, 8 de junio de 2011

Entrevistas con seres casi anónimos: Anna


Deserías que Lucas no hubiera pasado por tu vida. Lo desearías. Porque Lucas nunca ha hecho nada de provecho al menos para los demás. Y no es que sea egoista, tampoco es eso, es algo más complejo y a la vez más sencillo: Lucas vive, pasa por tu vida, te incendia pero no te dice qué hacer con ese fuego.

Yo lo conocí algunos años más tarde. Al escribir esta frase he sentido algo extraño. Más tarde. En realidad más tarde de todo. Pero el tiempo iba, como ahora, por qué negarlo, en función de una subjetividad que la edad acrecienta. Tiempo y Lucas son cosas que no casan. Porque Lucas a su manera es capaz de abolir el tiempo, de hacer que los paréntesis se dilaten y que lo que era una pequeña digresión termine siendo el argumento, el hilo conductor, el corazón de la vida. Como un globo que hinchas y que de pronto en el momento de máxima tensión se suelta.

Como aquella primavera. En Altea. Cerca del sol. Hasta que nos quemamos.

domingo, 22 de mayo de 2011

De como V conoció a Lucas...

  Cuando V conoció a Lucas quedaron atrás todos los motivos que se había autoimpuesto para pasar sin  justificación alguna por lo de H. Ella lo hacía periódicamente, buscando pretextos ridículos: intercambiar discos de vinilo y libros.
  V conoció allí a los dueños de las boticas cannábicas, a los dealers y a algunos hippies que habían traído semillas en sus culos desde la India.
  El mundo era un enorme puñado de pastillas que borró de la memoria a H. Lo vio algunas veces más cuando buscaba viejos ejemplares de “Life” y ya V no quería una vida de desarreglos.
  Mark y Fidelia se encargaron de ser las perlas irregulares que le presentaran a Lucas, que usaba pantalones prestados y en un atípico sitio despoblado de árboles refrotaron sus cuerpos.
  H es portador de correspondencia esporádica de V, cada una de sus cartas es campo minado, no es que no le gusten, simplemente no las entiende.

jueves, 5 de mayo de 2011

Lucas

Está en la ducha. El café parece darle los buenos días. Lucas echa de menos a H. y también a V. pero por diversos motivos. En realidad la vida de Lucas está en un punto indeterminado entre H. y V. Necesita cambiar. No lo dirá, pero lo siente. Llegó a esta ciudad hace unos meses y sabe que pronto se irá. Al principio fue una especie de azar ahora ya no es un azar cualquiera, es ese afán de que un día no se parezca al día anterior.

Al salir de la ducha observa las pocas cosas que tiene. Un peso liviano. Lleva, sin embargo, una foto que deja en lo más parecido a una mesilla que encuentra. En ella aparecen los tres. Unos críos, piensa, sentados en las escaleras de atrás de casa de sus padres, bajo la sombra del árbol que hoy es sólo un tocón de madera. Él lleva el pelo largo, los pantalones con rodilleras que heredó de H., sus ojos miran de una forma torva al objetivo, recuerda que estaba enfadado, sin embargo, hay ternura en su manera de dejar caer levemente el cuerpo sobre V.

Una vez alguien comentó que esta foto era un ancla en su vida. Lucas aún piensa en ello y lo sabe, esa foto no es un ancla, se dice, al contrario es el motivo de su viaje, la necesidad de estar siempre entre dos puntos.

lunes, 18 de abril de 2011

Carta de V a H, 18 de abril de 2011

Comenzaré contándote que nunca dudé que sé nadar muy bien y que quizás no tenga sentido recordar esa tormenta de playa vacía, cuando la niebla y el viento lo llevaron todo. Era una mañana del 2006, M no había bajado al desayuno, tal vez por su mala noche. Esperé demasiado soportando los granos de arena que entraban en mis ojos, sé que había amanecido hacia mucho tiempo y que al no tener reloj no podía precisar la hora, pero el viento sopló desconsideradamente y si antes tenía pocas cosas en ese momento me quedó solamente una colección de servilletas.

Era común que nos escribiéramos más seguido, después fueron excusas de viaje, de tiempo, de pereza por ir al correo, yo prefiero quedarme sentada esperando a los bárbaros para saber con qué propuesta belicosa vendrán, esto está claro y no deja de ser saludable.

Sí será como aquella tormenta de la que M nunca se enteró, después supe y perdoné, porque lo suyo había sido la salud y su viento interno había sido de más de 290 km por hora.

Debe estar anocheciendo en tu casa y esperar es como hacer el muerto en el agua, sólo retorcerse hasta que el aire se termine, M ya no está para decirle que te escriba y que sus manos sepan guardar silencio.



PD. Opino que si hay tormenta voy a meterme debajo de un árbol y que me parta un rayo.



V

domingo, 3 de abril de 2011

Carta de Lucas a M. 3 de abril de 2011

Querido M:

Quién escribe cartas hoy en día. Lo sabemos. Pero escribir ayuda, porque escribir es ver. Escribir es darse cuenta, poner las cosas en claro. Ha habido momentos de oscuridad. La tarde declina más allá de la ventana. La luz deja un extraño aroma a azahar en esta provincia. No sé si lo recuerdas. La noche se extiende por el papel, escribo, tacho, remedo, una tras otra cada palabra. Nunca se me dio bien. V. y tú bien que os reíais cuando le escribíamos a S. Entra la noche por mis pulmones, la aspiro, inhalo noche, exhalo noche. El silencio acrecienta el vacío de  mi corazón. Ni siquiera los coches pasan, todo está imbuido en una extraña sensación de quietud y de vacío. Pero el vacío está lleno de la noche, de esa noche farragosa que no deja lugar para otras cosas. Noche de los sentidos y de la razón. 

Tanto tiempo sin escribirte. Te preguntarás por qué te escribo precisamente ahora. Por qué escribo así, y no sé cómo decírtelo. Tal vez me esté escribiendo a mí mismo. Pero es así como la noche me permite escribir. Me permite dejarte la sensación pero no el hecho, la anécdota que lo desencadena. Tal vez pueda al final relatarte los hechos.

Tal vez cuando salga el sol.

A la espera del alba, Lucas.

P.D.: ¿Encontraste las señas de V.? Encontrarás sus viejas cartas en el cajón de la cocina.

domingo, 20 de marzo de 2011

Carta de V, 20 de Marzo de 2011

  No sé por qué viene a la memoria contar esto. Era un plebeyo en el mundo del circo, tomaba antidepresivos, se enfundaba en un traje amarillo y levantaba un coche con una mano. Faltó poco para que la cantante de "Electric yeats" que hacía un numerito mientras cambiaban la escenografía y barrían la arena, lo engañara con el repartidor de Pepsi que se paseaba por las plateas.
Desde ese momento le declaró la guerra el entristecido plebeyo, comenzó a engordar y su fuerza no fue más que un envejecimiento neuronal prematuro que lo llevaron a dedicarse a entrar y salir de un cine porno diferente, según el circo se mudaba de ciudad. Democráticamente, lo soportaron un tiempo, pero entre las ventajas y desventajas que traía optaron por decirle adiós en un paso de frontera.
A la cantante le dijo:- Si yo muero, vos seguirás cantando.
Se supo que ella no le contestó nada y aceptó la histérica confesión tan íntima como un adiós.
No es para absolverla, ya ví que era una zorra pop pero él era un adicto irreparable de los que se atragantan con sushi, nutella y barras de avena y chocolate negro y metabolizan todo como si hubiesen comido un elefante.
Recordé esta anécdota por lo de "haber contado mi razón..."
Los circos parten...dicen que el plebeyo terminó limpiando un bar llamado SIGLO XX y desplegando una actividad pugilística por las noches.
Pensé:-¡Qué no se repita!

Saludos de una peregrina, usted tiene la última palabra.

V

martes, 15 de marzo de 2011

Carta de H, 15 de marzo de 2011

Querida V:

Reversible. Así es como he sentido tu carta. He cerrado los ojos y he sentido esa lluvia, esta lluvia de ti. Te he visto doblando la hoja, humedeciendo el borde engomado del sobre, cerrándolo. He notado la presión del bolígrafo al escribir el remite, cierta nostalgia de mí, de aquellos que están lejos, pero que están, y luego el cuidado, el deseo de que la letra demuestre al amor que la caligrafía es un arte de afectos, un cuidado de mí. De ti.

Luego he reescrito al revés tu carta. Te he dicho adiós, te he contado mi razón de vida, te he saludado. He puesto la fecha y me he quedado en la intención, en el deseo que mueve todas las cartas.

Dice Pessoa que todas las cartas de amor son ridículas. Espero que ésta también te lo haya parecido.

H.

domingo, 6 de marzo de 2011

Carta de V , 6 de Marzo de 2011

  A veces llueven cosas que no son certezas, a veces las telas encojen con esas lluvias, cuando nos olvidamos de sacar la ropa de la soga.
  A veces llueven las fotos que nunca rebelé de aquellos días invisibles, a veces llueve a mi alrededor una lluvia mansa como vaca y otras veces desconozco la masacre que dejé en mi jardín.
Los yuyos crecen verdes, fuertes y en silencio, nosotros escapamos de sus movimientos.
  A veces hay cierta sutileza en tus palabras de vuelta y no comprendo si eso ahuyenta o condena.
Debería intentar que llueva una eternidad para ponerme como excusa no dejar de escribirte.
  A veces hay una gran culebra entre mis manos por eso no llego, no es que no quiera, es que la lluvia se ha situado en Babilonia y es allí donde vivo, pero sólo balbuceo.
Estoy comenzando con los idiomas, aunque siento a los demás como si me comprendieran.

Este cadáver sin urgencia espera respuesta.

V

jueves, 3 de marzo de 2011

Carta de H, madrugada del 4 de marzo

Lo escribí sobre una caracola. De pronto se me agolparon las ideas. Como ahora, tenía un montón de cosas que decir. Ayer fue tres del marzo. ¿Te acuerdas? La cabeza me hierve, pero tengo que dormir. Tendré que dormir. De pronto noto como el cansancio viene por un río desde el fondo de la noche, desde el fondo del pasillo, pero es un río oscuro de aguas oscuras, un pasillo largo y tedioso por el que no termina de llegar.

Lo recuerdo con claridad. Lo escribí sobre un folio con una caracola dibujada. Ahora veo con claridad por qué lo hice, lo hice para que todo el mundo lo supiera. Lo he encontrado mientras ordenaba el estudio, que ha quedado vacío desde la marcha de Lucas. ¿Te acuerdas? Eran jóvenes y me habían pedido unas palabras para su boda. Di vueltas como el agua que brota de un manantial a borbotones, sin cauce, todo torrente, porque no supe decir que no. Al final escribí con urgencia sobre aquel folio con una caracola dibujada. Sé que te cabreaste. Estuviste toda la tarde coloreando aquellos trazos para que luego llegara yo y urgido por la premura de la memoria o tal vez de la no memoria escribiera sobre tu dibujo. Pero también vi tu sonrisa, tu leve mueca de aprobación después. 

Ahora que es agua pasada la caracola dirá su palabra como una canción de arena:


Con la marea de los buenos sentimientos,
con la suave inclinación de las palabras
sobre el oído cálido
que era una caracola,
con gravedad, igual que giran los planetas
unos sobre otros,
con esa rotación de cuerpos que se atraen,
de caras nuevas que se incendian de una forma
elemental,
conforme al hilo del amor,
con todo aquello que una vez se ha dicho
es verdad para siempre y para todos.

Así de esa manera tan sencilla,
― caía lentamente como un sueño
la noche de verano― como dos mitades
con su haz de luz y su haz de sombra,
su envés y su revés, su cara y cruz,
se encontraron el uno frente al otro,
las manos silenciosas,
los ojos constelados,
completándose,
en una melodía encadenada.

sábado, 26 de febrero de 2011

Carta de V , 27 de Febrero de 2011



¡ Qué contenida expresión ha tenido tu respuesta! Los secretos y el olvido se venden, pensé, cuando ví desde la ventanilla de aquel colectivo a una chica que comía mandarinas debajo de un fresno de hojas rabiosamente amarillas. Su compañero le había dado el mejor beso y se había ido caminando. Me daba alegría verla así, sin tiempo, con su mandarina y la copa del árbol que adornaba al mismo sol.
Porchia decía "Te quiero como eres, pero no me digas como eres".
Debe ser como llorar sin voz y con los ojos secos frente al buzón vacío.
Pero hoy no pierdo tiempo y contesto como los incrédulos, como los que se derraman en una mesa de bar después de haber bebido todo el alcohol.
Ya va siendo la hora en que cierra el correo y no quiero que se pierda este día, esta dentellada que me he dado derramará la vuelta que nos dimos sin sentido.
Voy a decirte algo: todavía hace calor y una mariposa nocturna acaba de quemarse contra una lámpara y con ella se ha perdido tu latido.

Aguardo

V

viernes, 18 de febrero de 2011

Carta de V, 18 de febrero de 2011

Te escribo sobre mí y también me describo, es así, el vuelo de este moscardón perenne hace que piense en quemarlo con un pabilo de vela encendido cuando cruce por allí. Ya , en el significado de esta existencia la carne ha nacido culpable. ¿Quién te lo dijo? Dirás, estoy segura. Nadie, en especial , son suposiciones sobre las hojas que escribo, encendiendo cada lámpara que hay en la casa, como si de eso se tratara la compañía.

¿Y vos que hiciste todos estos días de ausencia? A veces tengo tantos racimos de tareas, que ni te tengo en cuenta. Pero, en verdad, por las noches aparecés si hay un despertar momentáneo.

Pocas veces recibo respuestas favorables sobre tu vida, pero esto no es un ajuste de cuentas, no lo tomes así, es sólo que “el temor no es más que la consecuencia de toda mentira”, ¿Te acordás de Dostoievski, “Los hermanos Karamázov”?, aunque también dice “evite la mentira, eso es lo principal, todas las mentiras, y su propio engaño en particular”. Y todas estas nimiedades, aunque no lo parezcan, cicatrizan con mordiscos de autoestima.

Si no sabés como hacer para escribirme, águila, iluminá tu faro.


Recuerdos de estancia



V

Carta de H. 18 de febrero de 2011

Ayer rebuscando entre las cosas que Lucas dejó encontré el libro de Canciones de arena. Un libro encuadernado en rústica y atacado por la humedad.  ¿Lo recuerdas? Se ve que el tiempo ha estado desliendo sus páginas con el ácido de las horas. Era nuestra edición escolar.

Paso las páginas que son como partituras silenciosas, cada poema, cada verso es un pentagrama donde suenan las voces de los que fuimos ayer, antesdeayer, hace una eternidad.

Ahora las notas revolotean por la casa. He cerrado las ventanas para que se queden dentro, para que estén aquí. Tu voz, la de Lucas, la de los compañeros de clase. Papá y mamá repasando las páginas. Tal vez como en esa novela que leímos en las vacaciones de aquel largo verano, se han colado entre los ingredientes de la comida. Los comensales han empezado a cantar con el primer plato.

Y sólo después de unos minutos he caído en la cuenta de que estaba solo.

martes, 8 de febrero de 2011

Carta de V del 8 de febrero de 2011

   Febrero se desvanecerá más rápido de lo que pensás. Son tantas las obligaciones que el  tiempo que en la infancia parecía extrañamente largo, se ha vuelto lineal y vertiginoso.
   ¿Qué van a hacerte los recuerdos? La nostalgia de siempre de creer que no estoy viva, cuando lo estoy.
   ¡Cómo cambia todo! ¡Qué poco duran los días de cariño!
   Las semillas están a punto de germinar y tampoco es época, es casi natural pensar que van a morir cuando aparezcan los primeros brotes. Si todo pasa y que quedará, al fin y al cabo, ¿qué quedará de los brotes y de la posibilidad de crecer?
   Porque no somos más que vos y yo: tierra y las puertas del recuerdo se cerraron al fin.

Recuérdame
V

lunes, 7 de febrero de 2011

Carta de H. 7 de febrero de 2011



Allí será febrero, imagino, aquí, ya sabes, las cosas van de otra manera. Hoy hace frío, pese a que la mañana es limpia y el sol resplandece de una forma clara. Lucas, salió hace unos meses y no ha vuelto. No sé si habrá llegado allí o si se habrá perdido, quién sabe, no le importamos demasiado los demás cuando lo que está en juego es su voluntad.

Ayer me acordé de ti. No creas, no fue un momento triste, al contrario, tu recuerdo llenó mi estancia con la luz que ha parecido llegar hoy para cerrar el círculo. ¿Te acuerdas del huerto? ¿Del tocón de madera donde nos sentábamos a ver pasar a la gente? ¿El columpio en las ramas de la morera? Aquí nada de eso podría suceder, pero por un momento, sucedió y estabas tú y la mañana con sus vinagrillos y con esas flores amarillas -¿cómo se llamaban?- que crecían en los márgenes del camino.

Hoy sin embargo tengo un recuerdo borroso de todo aquello, por eso tal vez te escriba, para que perdure, aunque sólo sea un instante.

Los días dan vueltas y se confunden como la memoria. Por eso tal vez, sólo por eso.

H.